Una Divina Comedia es la que vive Gabrielle junto a su mujer en la Trattoria.
En un pequeño pueblo, Montecristi, vive ya cerca de 20 años un hombre italiano junto a su mujer manabita, su suegra y sus dos jóvenes hijas.
Trattoria es como llamó a su pequeño restaurante. Entre suspiro y suspiro contaba el origen del nombre del lugar. Gabrielle dice que lo importante de su Trattoria es la unión familiar y la colaboración en común, eso es lo que significa, un negocio familiar y dirigido, pero en el que todos comparten responsabilidades para que progrese.
Dice también que a pesar de los pocos visitantes que tiene, les brinda la mejor atención mientras ellos gozan el privilegio de probar sus platos preparados por sus propias manos.
Amante de Dante Alighieri, Gabrielle analiza cada noche repetidamente sus obras con las que se identifica, sobretodo con la Divina Comedia, por la burlesca visión de la vida y de la religión. Por el gran amor que siente por su mujer así como Dante lo sentía por su amada Beatriz, cree en el amor que sobrepasa las fronteras, el paraíso y hasta el mismo infierno.
En la misma ciudad Alfaro, donde vive la constituyente, Gabrielle estableció su negocio, que antes estaba en Manta.
Los asambleístas lo visitan mucho, degustan de sus platos y de su compañía mientras escuchan a Nicola Di Bari, Charles Aznavour y otros cantautores europeos que forman parte de su Trattoria.
Alto, con un grande, corpulento, fornido y grueso cuerpo se enorgullece probando cada uno de sus platos antes de ser servidos, con calma, disfrutando cada cucharada y obviamente la comida mientras la prepara.
Camina lentamente, se acerca a sus comensales, saluda con un fuerte apretón de mano, muy fuerte porque sus manos son grandes y blancas, con una que otra mancha café que le ha luchado a la vida y al tiempo.
Con sus ojos azules que casi ya no se distinguen porque los tapan sus parpados caídos y sus gruesas cejas blancas como su cabello, dice bienvenidos con una sonrisa calida.
Es una larga y empinada cuesta la que recibe a los visitantes, un poco alejada del centro de Montecristi, pero al llegar a la Trattoria, las personas que fueron caminado, compensan el esfuerzo.
Una pequeña puerta bajo un arco de piedra da el primer saludo, infinidad de plantas multicolores que albergan diversas especies de animales adornan la entrada hasta llegar a las gradas que conducen a una pequeña piscina. 4 escalones después al acogedor y rustico lugar, sin lujos, como dice Gabrille pero lleno de él, con una vista amplia, que no alcanza a cubrir ni el ojo humano a pesar de su perfecta estructura y funcionamiento.
Oriana Falaci es otra de sus favoritas, italiana como él, escribe extraordinariamente dice Gabrielle, es la mejor periodista y la única que se merece mi completa admiración.
El salami, las salchichas, el jamón son preparados con sus propias manos, los jamones crudos se cocinan con el tiempo, dentro de una tripa de animal vacuno, se comprime la carne, se va secando, vota los jugos y las sales que le sobran hasta que llega al exquisito punto donde se lo puede saborear y apreciar como verdaderamente es, sin químicos ni cortos procesos que le restan la pasión que degustan los pocos conocedores de la comida ancestral italiana y en sí, del buen gusto como dice Gabrielle, en 60 días el jamón esta listo para servir.
Con aceite de oliva, orégano y algunas otras especias que comparten su aroma exquisita a los platos, Gabrielle regala a la humanidad deliciosas pastas, pizzas y carnes que llevan su sello de sabor que se ha transmitido de generación en generación como dice.
Prefiere la manteca de cerdo antes que el aceite vegetal porque es más natural, le da más sabor y consistencia a los platos.
Las pastas las elabora él también, sin agua dice, para que utilizar algo sin sabor en algo tan especial, 10 k de sémola y 10 huevos, así de simple como eso para preparar las tan solicitadas pastas.
A Gabrielle le encanta preparar pastas, porque son realmente un arte, con cangrejo, con mariscos, pescado, carne, salsa blanca, de tomate o de cualquier tipo, el sabor se siente en cada bocado, así como el aroma, un verdadero manjar para los conocedores.
Recomienda el Pec, que es la espalda de cerdo ahumado, un plato de origen austriaco delicioso, jugoso y perfecto para ser saboreado con un buen vino, dice Gabrielle.
Lamenta que algunos de los visitantes del restaurante no valoren sus platos, no les gusta dice, lo devuelven con casi toda la comida que prepara a diario con tanta pasión.
Son esos momentos en los que desea con fuerza tener con quien conversar y compartir, alguien que sepa y que valore la buena música y por su puesto su buena comida, además de su familia.
Le gusta la comida ecuatoriana también, las papas con cuero y el caldo de manguera son sus favoritos, son bien preparados dice Gabrille, una cosa exquisita.
Junto a su música, su comída y su Trattoria, en aquel pequeño pueblo Gabrielle seguirá con la paz que dice sentir cada vez que desde el balcón de su restaurante admira la magnifica belleza de la naturaleza, la civilización y el mundo, que fusionados hoy son su felicidad.
Gabrielle ama Montecristi, ama su gente, sus pastas, y la indeleble sonrisa que ha dejado la experiencia de la vida, a pesar de no ser siempre felicidad, en su rostro. Seguirá viviendo allí hasta que no pueda admirar la preciosa vista del lugar dice, y a su amada Italia regresara de visita, con su familia.
1 comentario:
Amigo tienes el numero del restaurant?! O la pagina weeb para contactarlos?
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